Un lugar mágico Hermosa la atención de todos los que trabajan. Un día fuimos almorzar y nos quedamos casi todo el día es para ir desconectar y relagarse. Al otro día fuimos a desayunar tienen un café riquísimo y productos regionales, los alfajores de chañar y de mistol riquísimo, las galletas también. El almuerzo también es muy rico, la comida, un guiso de lentejas espectacular, las empanadas, las milanesas, bueno todo Podés ir tanto en auto, como llegar caminando con dificultad media ya que tenés q pasar por un puente de palo, por un arroyo y después ir subiendo para llegar es corto el camino muy lindo lo hicimos con mi hijo, para el que pueda hacerlo y a mi hijo le encantó así q lo poco que tuvimos en cerro colorado lo disfrutamos yendo hacer la caminata al museo y quedarnos a pasar el día, hacer más caminata. Ya saben si andan por el cerro colorado vayan a su museo, van a entender por qué atahualpa eligió ese lugar lo súper recomiendo este lugar
Muy lindo lugar. Fuimos a celebrar la Pachamama y pasamos el día allí. Comimos, bailamos, escuchamos buena música y fuimos a dar un paseo por los senderos. Recomendable al
Es la casa que hizo construir Atahualpa Yupanqui frente al Cerro Colorado y vivió allí algún tiempo. Es interesante. La historia la cuenta el guía con esmero en la visita guiada. Tiene un costo de $1000 por persona (20-08-23) y es para mantener la fundación encargada de la casa museo. Hay instrumentos musicales, premios, recuerdos de viajes, fotos, pinturas, documentos.
Hermoso paisaje y lugar con historia. La visita de la casa con guía es cada una hora desde 10: 30 a 17: 30. Cierra a las 18hs. Mientras esperas recorres los alrededores de la casa, el arroyo. Hay un bar con café y cosas ricas. La entrada vale 1000pesos, menores de 12 no pagan.
Emocionante estar en ese lugar! Vale la pena ir con tiempo y quedarse a contemplar el paisaje y encontrarse con la obra de Don Ata! Una experiencia hermosa!
Excelente desde todo punto de vista. Muy buena descripción de la vida y contexto de Yupanqui. La vivienda y sus pertenencias muy bien conservadas y un clima de cordialidad envidiable. El paisaje magnífico.
La naturaleza que rodea a la humilde casa es maravillosa. El lugar, cuidado con amor. En el museo, no hay mucho para ver, pero es el entorno lo que cautiva.
Muy lindo lugar, tranquilo. Muy linda vista. Faltaría quizás algun guía aunque el lugar sea chico. Pero más allá de eso no hay ningun problema. Pusieron nuevo un almacen de comidas, no probé pero se ve bien. Lindo para pasar dia en familia.
El lugar es lindo, emblemático y místico, lastima que los cuidadores del lugar se adueñan de la parte privada y pública te acercas caminando por el río y enseguida te increpan siendo público, dificultando el paseo
Lugar con magia, muy amable la guía. Fuimos con una perrita, no pudo ingresar a la casa, pero luego pudimos hacer el paseo al silencio con ella. No sabía que los restos de Atahualpa estaban ahí junto a los del Chúcaro.
Muy bueno. Vale la pena llegar hasta ahí para conocer la historia de éste procer embajador de la música nacional. El lugar es hermoso. El museo bien mantenido. Falta un rincón para quedarse a tomar un té con tortas o pan y dulce caseros.eso haría una diferencia notable, para ir y quedarse a disfrutar del arroyo y los paisajes a demás del propio museo.
Interesante para conocer y disfrutar. Uno de los atractivos de Cerro Colorado, además de las pinturas rupestres en las galerías y aleros de los cerros Colorado, Veladero e Intihuasi.
Hermoso e interesante lugar, para adentrarse en el mundo de Atahualpa Yupanqui. Puedes recorrer y admirar la casa, el lugar donde escribía; sus cosas personales. El paisaje enamora! Además puedes almorzar comidas típicas o merendar debajo de los árboles, adquirir sus libros y ver el lugar donde descansan sus restos junto a los de "El Chúcaro". Cuenta con servicio de baños. Un paseo muy lindo!
Está bien, es un lugar muy bello, el recorrido por la casa es corto, no hay muchas cosas, está prohibido tomar fotografías y demás. No es la gran cosa.
Casa de Atahualpa Yupanqui al pie del Cerro Colorado. La casa de levanta a orillas del río en un terreno suele fue obsequiado por un poblador local, discapacitado, al que Athaualpa visitaba frecuentemente y acompañaba con sus canciones. La casa es muy sencilla y era lugar de descanso e inspiración. En el museo pueden verse recuerdos y objetos de don Atahualpa. Sus restos descansan allí, al pie de un árbol.
Hermoso lugar. Con una entrada de 100pesos argentinos un guía te lleva a recorrer la casa, en donde se encuentran objetos personales de Atahualpa. Hay un bar en el patio donde venden cervezas, vinos y meriendas varias. El río pasa por ahí. Se puede hacer caminata por un sendero natural hasta un mirador espectacular. Recomiendo el paseo!
Excelente agasajo nos dio este Hijo de Don Atahualpa Yupanki. ¡ Mucho encanto en su poesía.historias.canciones propias de su vivir¡ Algo que no lo deben perder. ¡
Increíble lugar escondido entre los cerros, trasmite mucho más de lo que se ve. Accediendo por Santa Elena, desde la ruta 9, se puede visitar la casa de Atahualpa, y su entorno. Hay senderos con miradores, y el conocido sendero del silencio, todos lugares de inspiración para el cantautor. El museo es la casa que él eligió como refugio y lugar de trabajo, se pueden ver objetos personales, premios, fotos. Vale la pena quedarse al atardecer y ver el cerro tiñir el arroyo de colores.
Agradecemos la calidez y cordialidad de toda la familia y sus colaboradores, deliciosa cocina y la oportunidad de conocer más la intimidad del maestro y su esposa Nenette, relatada amorosamente por su hijo Roberto Hasta la próxima
Aunque el hombre modificó ese espectacular paisaje, la casa de Atahualpa no interfiere en esa perfección natural! Sino q se conguja entre los colores y las texturas del lugar!
Tranquilidad y belleza en su esencia más simple. La casa museo está al pie del Cerro Colorado y a primera vista se comprende porqué Don Ata se enamoró del lugar y decidió quedarse para toda la eternidad. Su tumba junto a su gran amigo Santiago «El Chúcaro» Ayala, al pie del roble plantado por el mismo Atahualpa, emociona y da dimensión a su conocida frase sobre la amistad: «Un amigo es uno mismo en otro cuero». Imperdible para todos aquellos que aman a nuestras raíces.
Atahualpa Yupanqui es el seudónimo de Héctor Roberto Chavero Aramburo, cantautor, guitarrista y escritor, considerado el músico y poeta más importante del folklore argentino.
No resulta fácil localizar a Atahualpa Yupanqui en el tiempo, pues se trasladaba de un lado a otro constantemente. Por eso en muchas notas biográficas hay información confusa, que aquí se ha tratado de aclarar con una cronología más o menos precisa analizando diversas fuentes. Varias cosas se han podido confirmar por propias palabras de Atahualpa Yupanqui en la entrevista que se puede escuchar con el reproductor que está más arriba, como lo de su estadía en Tucumán. Fue y volvió varias veces a esa provincia, pero todo indica que su permanencia más prolongada se produce después de 1936, año en que estuvo en Rosario y también en Buenos Aires.
Atahualpa Yupanqui, cuyo nombre real era Héctor Roberto Chavero Aramburo nació el 31 de enero de 1908 en Campo de la Cruz, un paraje ya desaparecido situado a unos 30 km de Pergamino, ciudad de la provincia de Buenos Aires donde fue registrado. Su padre, José Demetrio Chavero, era de Loreto (Santiago del Estero), con antepasados quechuas, y su madre, Higinia Haram, era española de origen vasco. Fue el segundo de tres hermanos, su hermana Carmen había nacido en 1905 y Alberto vendría en 1911.
Su padre era empleado de ferrocarril en General Roca, y para aumentar sus ingresos domaba caballos, destreza que enseñó a sus hijos. En ese pueblo pasó los primeros años de su infancia quien luego se llamaría a sí mismo Atahualpa Yupanqui, y allí conoció la música y el canto de los paisanos, que se acompañaban con sus guitarras.
Eran canciones inspiradas en la extensa llanura pampeana, el ombú, el galope de los potros, las penas de amor. Milongas lentas, en do mayor o en mi menor, tonos que usaban los paisanos para describir lo que querían contar. Como el propio Atahualpa Yupanqui lo dice en "El canto del viento", "Así, en infinitas tardes, fui penetrando en el canto de la llanura, gracias a esos paisanos. Ellos fueron mis maestros. Ellos, y luego multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo. Cada cual tenía 'su' estilo. Cada cual expresaba, tocando o cantando, los asuntos que la pampa le dictaba".
Cuando tenía siete años sus padres lo mandaron a estudiar violín con el cura de Roca, el padre Rosáenz, pero después de un año y medio de estudiar solfeo y practicar las lecciones de los métodos de Fontovas, el sacerdote lo sorprendió tocando una vidalita y lo echó. Después trasladaron al cura y se acabaron las lecciones de violín.
Bautista Almirón vivía en Junín, y era un concertista de guitarra amigo de José Chavero. Como no les sobraba el dinero, hicieron un acuerdo por el cual dos de los hijos de Almirón vivirían con los Chavero, y Héctor Roberto se alojaría en su casa, donde le enseñaría sin cobrarle; a manera de pago tenía que cuidarle un rosal. Allí Atahualpa Yupanqui descubrió la música de Sor, Albeniz, Granados y Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach, Schumann. Luego, ya más grande, se trasladaba 16 Km a caballo desde Roca a Junín, donde primero tomaba lecciones con un profesor de inglés, y luego de guitarra con Almirón, interrumpidas a veces por compromisos del maestro, quien finalmente se trasladó a Rosario, lo que significó el final de sus estudios musicales.
Atahualpa Yupanqui conoció Tucumán en 1917, en uno de los viajes de vacaciones en que su padre llevaba a la familia en el tren aprovechando que no tenía que pagar pasaje. Allí estuvieron dos meses y conoció otro paisaje, otra música: la zamba, y otros instrumentos: el arpa, el bombo. Luego volvería varias veces a esa provincia, a la que le cantó tanto.
Realizó sus estudios secundarios en Junín, donde comenzó a escribir sonetos y otros poemas para una revista escolar firmándolos con el seudónimo "Yupanqui", simplemente para ocultar su verdadero nombre. Aunque sabía el significado de esa palabra
El mejor homenaje que se le puede hacer a este genio cantautor argentino. Se puede apreciar su casa, sus objetos personales, sus instrumentos musicales, sus fotos, su vida. Y los guías te la explican a la perfección. La frutilla del postre, justo ese día estaba el hijo de Don Ata, Kollita, y con mucha humildad no dudó en regalarnos un poco de la historia y las canciones de sus padres.